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Al noroeste de la ciudad, en su parte más elevada, se encuentra ubicado el Tradicional Barrio de Santa Ana, uno de los barrios más antiguos del Cusco. Su historia se inicia aproximadamente 700 años antes de Cristo cuando este sector fue ocupado por los Chanapata. Los estudios arqueológicos han hallado numerosos ceramios y muestras líticas de este período. Chanapata durante la época pasó a llamarse Carmenca.

Aquí vivían ayllus dedicados sobre todo a una intensa producción agrícola. Un claro ejemplo de este arduo trabajo es el sistema de andenes que se puede apreciar actualmente en la esquina de Arcopata. La población de Carmenca estuvo conformada por nativos incas y un gran número de Cañaris y Chachapoyas. Estas etnias guerreras, procedentes de lo que actualmente es Ecuador y del norte de nuestro país, fueron trasladadas a este sector por Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac. , según el cronista Martín de Murúa, formaban parte de la guardia personal del inca.

Fue precisamente que desde el cerro de Carmenca los españoles en 1533 hacen su ingreso a la capital del Tahuantinsuyo. Carmenca fue repartido en parte entre los peninsulares, siendo privilegiados con terrenos los más connotados soldados que participaron en la conquista, entre ellos Juan de Betanzos y Diego de Silva. Carmenca fue el primer sector donde se construyeron las nuevas viviendas y se comenzó a implantar la nueva cultura, pero siguió siendo principalmente una parroquia de indios. Y fue en 1560, que los españoles madaron a erigir la iglesia bajo el nombre de “Gloriosa Santa Ana”.

En la plazuela de la parroquia existió una gran cruz de madera, que desapareció misteriosamente. Esta llevaba grabada a cuchillo los nombres de los conquistadores que tomaron el Cusco. Por la misma época se construyó en la empinada cuesta de acceso a la plazoleta el arco llamado de la Alcabala, donde el Cabildo Secular cobraba los impuestos. El terremoto de 1650 destruyó gran parte de la ciudad. El templo del barrio se vino abajo y sepultó los distintos altares, la sacristía, las esculturas y otras obras de arte religioso que ahí se conservaban. Posteriormente se levantó la iglesia con las mismas características andinas que hasta hoy conserva. Los cuadros más resaltantes del templo son los que muestran a los patronos de las parroquias de indios: Santiago, San Blas, San Cristóbal y el Hospital de Naturales.

En Santa Ana, como todo el mundo sabe, están asentados ocho ayllus de indios y los más numerosos e importantes son los de los Chachapoyas y Cañaris Chasqueros, quienes sirven de correos del rey y no pagan tributo. Según su cacique, el lienzo que mis manos han pintado servirá para recordar la alianza histórica de cañaris y chachapoyas. Entre las fiestas tradicionales de la parroquia, las más importantes son el Cruz Velacuy, la Semana Santa y el Corpus Christi.

Aunque los preparativos para esta última fiesta empiezan con mucha anticipación, los vecinos del barrio empiezan a vivirla cuando la imagen de Santa Ana se dirige a la catedral para participar en la colorida procesión de Corpus Christi. Tras ocho días de permanecer en el templo principal de la ciudad, Santa Ana, en hombros de sus fieles y escoltada por sus mayordomos, regresa a su templo. Con la misma devoción se celebra el tradicional Corpus de Santa Ana en la iglesia del barrio. En este caso, la imagen de la madre de la virgen hace su recorrido tradicional acompañada de danzantes y creyentes en un ambiente de alegría, fe y catolicismo.

Santa Ana es considerada la patrona de las chicheras y picanteras del Cusco. En su fiesta patronal, entre el 25 y 27 de julio, se saborea el tradicional chiriuchu y la lawa de Santa Ana. Después del terremoto de 1950, el Barrio de Santa Ana cambió su aspecto casi por completo. Varias casonas coloniales desaparecieron y desde entonces empezó un acelerado proceso de crecimiento. Con todo, Santa Ana sigue siendo un barrio tradicional cuyos vecinos se enorgullecen de su pasado y conservan vivas sus tradiciones.

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